martes, 14 de agosto de 2007

"El petiso orejudo es un personaje tan complejo o más que Jack El Destripador"

Artículo publicado en la revista electrónica http://www.opinionsur.org.ar
Por Alejandro Urman, Magalí Sztejn. Julio, 2007.

"El niño de Barro" es una coproducción argentino-española que narra la biografía de uno de los más legendarios asesinos seriales argentinos: Cayetano Santos Rodino, más conocido como el “Petiso Orejudo”. Christian Busquier, guionista de la idea original y co-guionista del film a estrenarse., charló con Opinión Sur Joven.

Mientras toma su café de a sorbos, Christian Busquier habla con pasión del guión que le permitió llegar a la pantalla grande. Aún no puede creer que su trabajo de tesis se haya convertido, cuatro años después, en un film coproducido por Argentina y España.
“No me interesaba hacer una película biográfica de Cayetano Santos Godino, sino una ficción policial”, cuenta el guionista.

Sin embargo, aclara que El niño de barro “tiene en su temática cuestiones no resueltas que conforman a la humanidad, como la violencia familiar, la discriminación, la pobreza y el abuso de autoridad”. Busquier tuvo la posibilidad de acceder al expediente del asesino: desde su primera entrada en la policía hasta su fallecimiento en el penal de Tierra del Fuego. Así, pudo reconstruir la historia.

-Al conocer en detalle los delitos que cometió, ¿sentiste rechazo hacia este sujeto?

- Rechazo no. Sentí fascinación por un personaje terriblemente complejo. En esa época para identificar criminales se utilizaba el método Lombrosiano (la criminalidad se medía a partir de rasgos genéticos [1]) que, aunque era un absurdo, a Cayetano se aplicaba perfecto: tenía orejas deformes y signos de deficiencia mental. Yo sabía que era un guión polémico, porque se centraba en un asesino de chicos y porque había cierta violencia explícita e implícita (de tipo familiar). Es una película que puede incomodar al espectador.

-¿En algún momento juzgaste a Godino por sus actos?

-Me interesaba construir un puente con lo contemporáneo para hablar de la violencia familiar, de la que Cayetano también fue víctima, No se trata de juzgar sobre esos temas, sino crear una ficción lo suficientemente atractiva para que el espectador pueda entrar en ese laberinto que yo le propongo y acceder a un personaje desde sus elementos más complejos. No me corresponde a mí juzgar a Cayetano.

-¿Pudiste entender su complejidad?

-Me sigue pareciendo una figura fascinante. Me hace pensar en la naturaleza misma del hombre. ¿Qué pasa cuando hay un sujeto que se salta todas las normas sociales? Evidentemente, la sociedad no está capacitada para albergarlo en su seno, hay un choque, es este elemento extraño que irrumpe en el ámbito de lo cotidiano. Ese sujeto merece una visión de su comportamiento. Está hablando de una anomalía pero, al mismo tiempo, está hablando de algo que tiene que ver, tal vez, con la naturaleza más primitiva del hombre.

Sin embargo, el fenómeno de los asesinos seriales está más relacionado con Estados Unidos.

-Estados Unidos explota estos casos, porque son temas que atraen a la sociedad, pero la serialidad no es un fenómeno exclusivo de ellos. Jack, el destripador, es la figura con la que saltó a la fama la construcción de asesinos seriales. El petiso orejudo es un personaje tan complejo o más. Cayetano declaró que asesinaba chicos porque no le ofrecían resistencia, tenía denuncias por intento de violación de animales y sentía placer por causar incendios. Después de atraparlo le hicieron una operación para tratar de operarle las orejas, pensando que así se lo iba a exorcizar de ese mal compulsivo que tenía de matar. Nada más ridículo. Se sabe que hasta el último momento de su vida tuvo inclinación a matar.

-¿Por qué te parece que estos personajes despiertan fascinación en la sociedad? Luis Disanto dice que tiene que ver con “encontrar los fantasmas propios realizados por otros”.

- El extremado horror viene ligado a la búsqueda de una extrema voluptuosidad. Seguramente, los fantasmas tienen que ver con ese otro yo que se regodea en un placer tan extremo como la morbosidad del asesinato, un placer que excede los parámetros sociales de los sujetos “normales”. Para Cayetano estaba mal robar. Tenía una alteración en su comprensión de la realidad. También está comprobado que después de cada fechoría se masturbaba con los recortes de los diarios, con lo cual la búsqueda de placer estaba llevada a un extremo.

-Pareciera que en estos sujetos están borrados todos los tabúes sociales.

-El tabú también tiene que ver con los temas que la sociedad oculta. Cayetano fue y sigue siendo un tabú social. Es impensable concebir que un chico de 9 años mutile animales. En su momento lo que frenó a la policía era su edad y su aspecto de deficiencia mental. Pero, evidentemente, él era consciente de lo que hacía, porque para no ser descubierto se enmascaraba en un chico que aparentaba ayudar a otros. Ahí hay un tabú: ¿es posible que detrás de un niño haya un asesino tan cruel y sistemático?

-¿Por qué “El niño de barro”?

-En la película la parte privada que no vemos se va haciendo pública. El tema es que cuando esa figura sale a la superficie nos encontramos con un personaje que está enmascarando algo. Ese algo para mi es como una figura de barro y, a medida que el relato avanza, se va resquebrajando. La metáfora es que la sociedad tiende a construir figuras de barro, tabúes, lugares a los cuales no le conviene llegar y decide mantenerlos bajo una capa de barro. El tema es que esas figuras, tarde o temprano, se empiezan a resquebrajar, no se pueden ocultar.

- ¿Creés que los espectadores van a poder leer en la historia esa metáfora y entender que se trata de algo actual y propio?

-Cada espectador es un enigma. Espero que puedan construir esta metáfora de temas que para mí son capitales en las sociedades modernas -no sólo en Argentina-, como la marginalidad, la violencia familiar, el abuso de autoridad, la desprotección de los menores, las situaciones de pobreza. Me interesa el evento histórico desde la distancia que me permite tomar como autor para hablar de asuntos contemporáneos. La serialidad atrae la atención de quienes construyen historias, porque el imaginario popular sigue fascinándose ante estos casos.

Leer la entrevista completa en:
http://www.opinionsur.org.ar/joven/El-petiso-orejudo-es-un-personaje

Podes leer nota principal “Asesinos en América Latina” de Alejandro Urman y Magalí Sztejn en:
http://www.opinionsur.org.ar/joven/Asesinos-seriales-en-America


[1] César Lombroso fue el padre de la denominada Antropología Criminal, según la cual a partir de ciertas marcas corporales –paladar achatado, cejas pobladas, mandíbulas grandes- podía identificarse a los criminales natos. Esta teoría fue desacreditada por la falta de rigurosidad científica. Más información en diario Clarín

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Galería de fotos de "El niño de Barro" (2007)

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