Hogdson. Borges. Greene. O´Neill. Mankewickz. Leroux. Carlomagno. Un río de palabras y pensamientos. Muchos de ellos echos imágenes, frases, una construcción inexorable que desafía al tiempo y se mueve por el espacio.
Alguien me preguntó quién era. Y yo solo dije que era una sombra de mi pensamiento. Un fantasma de mis ideas. Y que esos fantasmas rondaban por mi mente y muy de vez en cuando los hacía palabras para jugar con ellos. Y ellos me permitían soñar con otros mundos posibles, con otras realidades ancladas en lugares exóticos y tierras sombrías. Pienso en mi mismo y me veo escribiendo. Convocando a esos fantasmas y hurgando en las sombras. Escribiéndome una y otra vez. Haciendo de mis palabras imágenes. Disparando sensaciones y escuchando en el viento el susurro de otras vidas pasadas, futuras o ficticias. Y todas ellas me convidan algo. Una palabra. Un personaje. Una sensación. Muchas de ellas se vuelven palabras para ser filmadas. Muchas otras decantan en prosa para ser leída. Una novela, un cuento, una película. Lo que será, será. Una generalidad fácil. La verdad universal. Soy lo que soy. Hago lo que hago. Y no puedo evitarlo. Por lo tanto estoy libre de mi don. Sé que la única esperanza que tiene un hombre de vivir una vida plena es luchar por lo inalcanzable. He decidido que mis ejércitos sean los árboles, y las rocas, y los pájaros y la música y las ideas y definitivamente, las palabras.
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